Tiempo de Definiciones, Tibios No
Por Humberto Famanía Ortega.-
Nuestra comunidad mexicana requiere de ideas nuevas para buscar soluciones sensatas, es necesario obtener de quienes tienen la facultad de modificar o hacer nuevas leyes y reglamentos; estén totalmente decididos afrontar cualquier tipo de problema que derive de modificaciones en la estructura de un gobierno. Lo mejor ante cualquier eventualidad donde afloren los costos políticos se debe de actuar con mucha integridad pero sobre todo con decisión, sin dudar nunca de lo que se puede hacer o no a favor del mismo pueblo. La consulta y el acuerdo público son necesarios porque el derecho les asiste a todos los sectores de la población, sobre todo cuando se trata del aumento en las contribuciones. Por eso nacen muchas veces truncas, ideas y proyectos que son necesarios para la vida institucional de un País, por falta de cabildeos que vengan a reforzar a la administración pública.
Quienes hemos estado en el servicio público, sabemos de antemano que no es fácil tomar decisiones a la ligera, porque el propio sistema te impone una disciplina. Lo más sensato es conocer a la perfección la actividad en la cual se ha de desempeñar por tiempo determinado, para cumplir con honestidad. Ahora los tiempos han cambiando estamos ante una sociedad mas demandante, por lo tanto con pluralidad en el poder legislativo en donde el manejo se hace en líneas diferentes y con intereses muy propios de cada facción partidista. Lo que se me hace muy extraño es que el interés de la Nación lo hacen a un lado muchas de las veces cuando se debe de estar por encima de grupúsculos que solamente buscan su propio beneficio. El despertad de todos los mexicanos ésta ocurriendo, y la mera verdad vemos como la falta de tacto político de nuestros lideres ha sido por lo general nulo; es tiempo de acercamiento para fortalecernos como mexicanos. La falta de sensibilidad en el trato mismo con las mayorías populares hoy está realmente agotada, se necesita una
nueva forma de actuación, de nuestros gobernantes que se llama confianza, que venga a renovar nuestros anhelos.
El tiempo se nos ha adelantado. Cuando la política hace alianza con el poder económico y asume funciones de monopolio de los medios de expresión y de producción, es evidente que puede amordazar al hombre. Los diversos sectores sociales agrupados o no, tienen por sus intereses creados, sistemas de control que de algún modo limitan sus posibilidades de expresión de sus necesidades y de su pensamiento. De esta manera, es explicable que los grupos no comprometidos y no atados a esos intereses, sean los que en estos momentos estén reaccionando en forma vigorosa. Recordaran que algunas opiniones he escrito que la censura sin ponderación daña al pueblo y beneficia a quien dentro o fuera del País medra con la angustia que se genera con verdades parciales o mentiras completas.
Ahora en día necesitamos la serenidad del poder, y para tenerlo es necesario el carácter, pero no el mal carácter. Si se tiene éste último, se tuercen las decisiones de estado, si se carece del primero las torceduras son más pronunciadas. Las terquedades de la economía, las parsimonias de la administración, los dobleces de la política, la firmeza de los adversarios, la magnitud de los problemas y la gravedad de los rezagos, deben ser el acicate para dar la fuerza necesaria para salir siempre adelante. Para todo esto se necesitan actitudes positivas no de tibiezas, para tomar las mejores propuestas que sirvan de beneficio a la sociedad. Como dicen las voces del pueblo a los tibios ni Dios ni el diablo los quieren; por eso senadores y diputados, déjense de acusaciones mutuas el tiempo va a hacer el mejor aliado para juzgarlos por sus actuaciones, muestren entereza, honestidad y sentido común para salir avante en su encomienda al que se comprometieron en sus promesas de campaña. Sabedores que estamos ante un mundo cuyos valores se hallan en crisis y se estremecen ante nuestros propios ojos; cuyo legado de principios que
tradicionalmente ha regido nuestra vida, parece desintegrarse en profundos y radicales cambios. Necesitamos congresistas valientes, honestos y comprometidos con su Patria para lograr las estructuras político- sociales que permitan abrir nuevos horizontes a otra época de México.
Recuerdo con emoción en una de sus intervenciones públicas a mi maestro el Arq. Guillermo Rossell de la Lama, que representa uno de los principales íconos de la planeación en México y que hoy en día su pensamiento es necesario conocerlo, para comprender hacia donde nos dirigimos y cuales son sus posibles soluciones:
“Sumemos e integremos hombres, mujeres, comunidades, municipios, estados, naciones, continentes y espacios cósmicos, en actos morales de evolución que exalten los valores locales y que alcancen esencias de orden universal. Que los derechos del individuo, como tal, no se destruyan por los derechos de las masas. Ambos conceptos, desarrollo de individuo y desarrollo de masa o de sociedad, no son incompatibles sino necesariamente armónicos e inseparables”.
“Todo ésto nos conduce a actuar, planificando y programando, politizando modernamente a nuestros pueblos, creándoles místicas de acción con las esencias de nuestros valores para darles a los objetivos un sentido de integración y a las actividades de hombre y la mujer una meta de superación”.
“Abandonemos los dogmas políticos o tecnocráticos que nos limitan y construyamos estructuras sensibles al Cambio; pongámosnos del lado del pensamiento nuevo, del pensamiento joven”.
“Es así que en toda circunstancia, ante cualquier tribuna que estuviera a nuestro alcance, habría que plantear el problema con solidaridad hacia el futuro, hacia la renovación, hacia los jóvenes, hacia la generación que habrá de tomar la dirección de
la nueva sociedad, y estar con ellos en su protesta por salvar las estructuras caducas de nuestro mundo”.
Realmente estos conceptos emitidos por el Ex Gobernador del Estado de Hidalgo, Ex Secretario de Turismo de la Nación, Don Guillermo Rossell de la Lama; lo hacen reflexionar, siempre lo he admirado porque solía manejar la verdad sin envolturas emocionales, consciente de que la verdad es una valor político de la democracia, porque quien piensa que un pueblo no la puede conocer, realmente está postulado que no puede gobernarse así mismo.
Pues bien lo que es muy cierto es que con frecuencia los mexicanos confundimos los principios con sus aplicaciones y nos negamos a que éstas se actualicen, creyendo que hacerlo iría contra aquellos. Si en todos los sistemas existen varios planos de la realidad política, urgente es analizar la nuestra con serenidad y profesionalismo, adecuándola a las necesidades en donde la prosperidad se haga notar cuando los planes y proyectos a favor de la ciudadanía están bien consensados.
-.La Política es el Arte de la Decisiones Oportunas.-
(José Francisco Ruiz Massieu)